sábado, 25 de septiembre de 2010

De lapidaciones

Dos profesores hablando de lo mismo. Y en el paquete nos encontramos:

a) ...la condena de Sakineh a ser lapidada por adulterio en Irán y el debate sobre la construcción de una mezquita y de un centro cultural islámico en Nueva York a dos pasos de la Zona Cero. En ambos casos, la toma de posición razonable es inmediata, contra la lapidación (y los latigazos) y contra la movilización islamófoba. Pero no basta.Sobre la lapidación de Sakineh, hay que destacar en primer plano la tibia reacción del islamismo "moderado". Son excepción quienes como Tariq Ramadan que proclaman inequívocamente que la lapidación no puede ni debe llevarse a cabo. Predominan el silencio y los eufemismos, cautela extensible a islamófilos
[...] Pues bien, el hecho es que la amenaza de la lapidación ha gravitado y gravita sobre otras mujeres en el mundo musulmán, y no solo porque los ayatolás o los talibanes afganos sean unos bárbaros, sino porque desde la ortodoxia semejante pena se encuentra plenamente legitimada. En el Corán se habla primero de encerrar a la adúltera hasta que muera (4, 15), luego de 100 latigazos para ambos (24, 2), pero de la sharía forman parte también los hadices, sentencias y ejemplos del Profeta, y allí la lapidación es el castigo legal. En medios rurales tradicionales su aplicación es inexorable.

b) La lapidación de los "fornicarios" (adúlteros, solteros u homosexuales) no cuenta con respaldo en el Corán. Otras penas bárbaras sí están estipuladas en el texto coránico, pero esta no. Lo cual no significa que la jurisprudencia islámica (el fiqh), elaboración puramente temporal, nunca palabra divina, no se haya ocupado, y prolijamente, de incluir la lapidación entre sus castigos, en parte apoyándose en tradiciones de la vida de Mahoma (hadices) de escasa fiabilidad.La violencia reafirma los postulados de los que no quieren conceder al islam un lugar en la modernidad

La expansión política del islam dio pie a la configuración de un corpus jurídico que asimiló usos de los pueblos que engrosaban el imperio. Y a la inversa, el islam llevó su cosmovisión a los pueblos que se iban islamizando. En este intercambio, la lapidación, bien documentada entre semitas y persas, primeros musulmanes, se sumó a los castigos que el legislador previó para los delitos de fornicación. A su vez, considerada la cosmovisión islámica en su integridad, la ética islámica no se cansó de recordar que Dios es ante todo "El Compasivo, El Misericordioso", y que nada le es más grato que el perdón. El sentido y la ley no siempre han ido de la mano en el islam.

Hasta la época moderna, no hay constancia documental de la ejecución de la pena de lapidación en el Occidente islámico. En concreto, en Al-Ándalus no se tiene noticia de lapidaciones de adúlteros, aun cuando a finales del siglo XV un tratado de derecho para los mudéjares (escrito en valenciano) se ejercitara en la casuística del adulterio y la lapidación.


Uno está claramente identificado en su denuncia del islamismo radical y se ha mostrado claramente beligerante contra él. Algo hemos leído de la otra profesora siempre melosa y condescendiente con lo suyo (a raíz de otro artículo sobre el conflicto palestino ha habido una réplica/contrarréplica con el embajador israelí). No estoy para mieles con estos tipos.

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