jueves, 19 de mayo de 2011

Democracia



La manifestación de la crisis en la calle y la incapacidad política. Parece haber consenso. Muchos están de acuerdo en los motivos de la protesta. Es difícil no estarlo. Basta leer la prensa o ver documentales como Inside job para no escandalizarse, no tanto de lo que allí se cuenta (¿la naturaleza humana?) sino más bien de la impunidad, de la falta de controles que el propio sistema debe articular. Su inexistencia o mal funcionamiento están en parte en el origen del problema. Si algo tiene el sistema democrático es que funciona a partir de contrapesos que pueden hacerlo evolucionar corrigiendo desviaciones.

El segundo aspecto a comentar se refiere a la crítica al propio sistema político en su ser. Me refiero sobre todo a la “partitocracia” que ha acabado absorbiéndolo todo, haciendo desaparecer aparentemente la división de poderes. Y sin embargo pienso que es un mal necesario. Nuestra constitución, como ya de forma fallida la republicana, optó por un sistema que tendiera a las mayorías estables para evitar casos como el italiano. Lo que se gana en estabilidad se pierde en pluralismo (hoy en día son estructuras de poder hechas para ganar elecciones y ostentar el mando). Un parlamento inmanejable no parece una buena alternativa como tampoco lo parecen partidos divididos. ¿Dónde queda el término medio? Me asaltan las dudas. Y cuando oigo hablar de democracia popular o democracia directa no me viene a la cabeza la Atenas de Clístenes sino Robespierre. Y me echo a temblar.

Hay que recordar además que este mismo sistema y estos mismos partidos han permitido la mayor etapa de prosperidad, crecimiento y estabilidad política de toda nuestra historia. Y sin guerras. Algunos, oportunistamente, señalan el posible parecido con los movimientos de entreguerras y la canalización del descontento por el fascismo. De momento estamos lejos de aquello y esta democracia sobre todo nos ha traído bienestar.

Miro a Sol. Me parece que el movimiento es positivo al mostrar que parte de la sociedad civil es consciente de estas desviaciones. No todo vale en aras de la estabilidad. La estructura institucional puede modelarse. No a la impunidad. La sociedad civil es una parte muy importante de los sistemas democráticos (que se lo digan a los anglosajones) o al reciente movimiento del Tea Party). Como ha demostrado la historia, sólo la presión o una cierta forma de violencia como es ésta, cambia en parte las conductas. Pero hay que recordar que esto no es Egipto(algunos no opinan así, si se descuidan nos equiparan con el estalinismo). Aquí sí hay democracia y sin adjetivos.

Mi recelo viene del día después (e incluso del día antes al leer el famoso texto de Hessel Indignaos conertido ya en inspiración permanente). Sabemos lo que no nos gusta pero qué proponemos para arreglarlo. Y ahí surge la inconsciente juventud mitificada y adorada (¡Ohhh el 68!). Se mezclan anhelos, ideales y utopías. Tal vez sea la edad que impide el acercamiento a la realidad. Y lees propuestas con algún sentido, con algunas de las cuales puedes estar de acuerdo. Y notas sensatez entre cierta desorientación e incluso cercanía. Es necesario. Pero luego miras a unos, escuchas a los otros y piensas en un carnaval de disfraces mal avenidos. Y ves el vacío que algunos están dispuestos a llenar con sus utopías llenas de cadáveres ya corruptos. Y oyes mensajes que huelen al XIX o al maoísmo de la transición. Todo por la “democracia real”.

Y viene el distanciamiento. La falta de romanticismo, el escepticismo del estado de naturaleza o los paraísos perdidos y los peligros que encierra Rousseau. Y piensas que será la edad o el sentido común.





El amigo Hessel. Algunas de las cosas que apunta me dejan tiritando.






Una prueba local de la enorme variedad de propuestas, desde la reforma al milenarismo dulcinista. Y yo sigo siendo temeroso del Señor.

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