sábado, 28 de febrero de 2009

El intervencionismo

La crisis ha puesto sobre el escenario de nuevo la viabilidad del sistema capitalista, la necesidad de su regulación de una forma mucho más estricta e incluso su final. A veces da la sensación de que muchos (nostálgicos de otros sistemas ya desaparecidos, "antiloquesean", antiUSA,...) desean este final y cantan, en cuanto la situación lo permite, la llegada del Apocalipsis y un nuevo milenarismo que culminará en una "limpieza" de todo lo conocido. Estos deseos nunca proponen una alternativa clara a lo existente y, en sus casos más radicales, se conforman con hablar de destrucción a modo de nuevos Savonarolas.
La cordura se mantiene en personajes como Gabriel Tortella que publica un interesante artículo en El País donde trata de fijar algunas de las responsabilidades de la crisis frente a aquellos que hablan de más intervencionismo. Siendo evidente que la regulación es necesaria y que los excesos son inherentes al sistema (y a nuestra propia libertad), la búsqueda de un equilibrio es algo necesario. Pero éste no debe significar atenazar la iniciativa privada en aras de un control público que ahogase las iniciativas que el mercado permite (Xavier Sala).
Difícil aunque el sistema haya venido demostrando unos niveles de flexibilidad que le han permitido subsistir largos años.

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