domingo, 7 de junio de 2009

Berlusconi no es de los nuestros

Escándalo han causado las imágenes de Berlusconi y sus fiestas sardas. Y todo me llama la atención.

En primer lugar, seguramente el personaje sea uno de los tipos más impresentables del panorama europeo pero lo que me trae al caso no es eso sino el tratamiento de la noticia. No hay más que leer el despliegue de medios de El País, que ha puesto a sus muchachos a trabajar para llenar el periódico de excusas sobre el ataque a la privacidad del primer ministro. A este sí porque es malo, parecen querer decirnos (nos invita a ello el aguador Juan Cruz). ¿Se haría esto con el Rey o nuestro primer ministro?

Y luego viene el regodeo, la crítica moral. Describir al personaje como un ser abyecto, un sátrapa no ya sólo en el aspecto político sino también en el íntimo (lo de Saramago, el defensor de las dictaduras/libertades, no tiene nombre). Es muy recomendable leer el especial que le ha dedicado el periódico. No creo que ni siquiera en un tabloide británico pudiéramos ver mayor rebozamiento. Y me vienen a la mente algunos textos de la época franquista o de los bienpensantes de aire clerical. Y es lo mismo. Esa moralidad pequeño-burguesa (me encanta la palabra, lo siento), frailuna, presta a escandalizarse ante los excesos del otro pero dispuesta a perdonar los pecadillos propios y a seguir hablando de libertades sexuales, de intimidad, de que cada uno con su cuerpo...

¿Hacía falta rebajarse así?, ¿ponerse a la altura de semejante personaje? Un periodista se hubiera preguntado por el uso de medios públicos para actos privados. Ahí es donde puede estar la gravedad del asunto. O en demostrar la connivencia entre la justicia, el emporio empresarial y el poder político en la Italia actual (no tan lejos de España a la vista del demoledor informe de la UE sobre el sector inmobiliario). Pero parece que eso no era tan llamativo. Convirtámonos en prensa amarilla con fines sociales. "Realismo social" lo llamaban por las estepas.

La última cuestión que me asalta es la de sus victorias electorales y su poder. Esquivando el bulto, los muchachos del periódico hablan del control de los medios de comunicación, del control de la burocracia, de la justicia,... Y uno se da cuenta de que en España hay realidades parecidas y, aún así, siempre queda margen para la oposición y la crítica. Pero de la oposición no se habla. No parece existir. ¿Por qué un italiano se decide por "il cavaliere"? Y nos llega la respuesta fácil, "el pueblo anestesiado", "el pueblo que pide favores",... ¿Pero no habíamos quedado en que el pueblo siempre tiene razón? Es algo así como si un extranjero se preguntara cómo es posible que un gobierno que parece haber mentido/errado en cuestiones tan trascendentes como el terrorismo, la estructura territorial del Estado o la economía pueda seguir teniendo opciones de ganar unas elecciones y que en la respuesta no se incluyera a la oposición.

Tal vez sea una estrategia patriótica para hacer que nos sintamos por encima de los italianos ya que nuestro PIB per cápita no parece que esté para muchas alegrías.

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