miércoles, 24 de marzo de 2010

Autonomías

Las cosas no pueden plantearse mejor. El problema es, una vez construido el edificio y pagado a los conserjes, cómo hacemos para desmontarlo siquiera para que se adapte realmente a nuestras necesidades. ¿Quién derribará el edificio de nuestros sentimientos?, ¿quién le dará el tamaño adecuado para unos sentimientos siempre necesitados?. Los sentimientos. No tardamos mucho en construirlos pero será difícil derribarlos.

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