sábado, 2 de febrero de 2008

Los sistemas electorales


Desde hace algún tiempo, el líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, viene reclamando una reforma de la ley electoral. Considera injusto que su formación, a pesar de obtener más votos que los nacionalistas, consiga sin embargo menos representación. Los resultados de las pasadas elecciones generales parecen darle la razón.
El sistema electoral (magnífico resumen del mismo o aquí) creado en la transición no era realmente proporcional desde el principio al conceder una representación mínima a todos los territorios (en las elecciones del 2000 al PP le "costó" un escaño por Soria 15.796 votos, mientras que ha tenido que "pagar" por cada escaño de Madrid 84.887 votos; para las siguientes, la Comunidad Valenciana tiene 33 escaños frente a los 32 de Castilla y León cuando la duplica en población), independientemente de su población, y al tratar de garantizar la presencia nacionalista mediante el distrito provincial y no el autonómico o nacional.
Se podría pensar que las razones estriban en el propio sistema, por la existencia de distritos provinciales que favorecen a los nacionalismos, por estar su voto muy concentrado, y perjudican a IU por estarlo más disperso.
Las elecciones europeas, que presentan un distrito electoral a nivel nacional y no provincial, reflejan que tampoco esto alteraría sustancialmente el mapa político al poderse unir las distintas formaciones nacionalistas en una nueva coalición (GALEUSCA).
Otro elemento que sí parece que ciertamente perjudica a los partidos minoritarios es el llamado "método d'Hont" unido al distrito provincial, mediante el cual se asignan los escaños (ver aquí , aquí o aquí su funcionamiento). No hay más que comparar el % de votos con el % de escaños obtenidos para comprender cómo beneficia a las opciones mayoritarias. El objetivo era evitar un posible fraccionamiento de la Cámara que la hiciera ingobernable (un sistema alternativo es el llamado "cociente Droop" que se utiliza en Australia o Irlanda; o el más conocido de distritos uninominales usado en Inglaterra, o en España durante la Restauración).

Estos problemas y deficiencias de nuestro sistema electoral son puestos de manifiesto de forma reitarada, incluso planteándose sistemas alternativos. La cuestión es compleja porque la proporcionalidad exacta es imposible ante los decimales. Sí parece que la corrección territorial debería dejarse exclusivamente para el Senado y cambiar las circunscripciones provinciales por otras autonómicas o nacionales. La voluntad de los partidos mayoritarios dependerá de lo que puedan beneficiarles estos cambios o no. Los legisladores de la transición, tras los problemas de la II República, optaron por un sistema que diera mayor estabilidad al. Lo que hemos de pensar es si queremos más estabilidad o más representatividad, que pueda hacer más inmanejables las Cámaras pero que responda más realmente a la voluntad popular.

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