
He visto recientemente la película que se llevó el Oscar al mejor documental del 2007, Taxi to the dar side (Taxi al infierno), que narra las torturas llevadas a cabo por EE.UU. en Afganistán, Irak y Guatánamo.
El documental es realmente impactante, no solamente por las imágenes de los detenidos que todos vimos en Abu Ghraib, sino fundamentalmente por las apariciones de los políticos y mandos militares.
Un ejercicio de montaje impresionante hace aparecer a estos personajes como seres sin escrúpulos dispuestos a cualquier cosa para conseguir sus objetivos. Estos, en principio, serían positivos: asegurar la felicidad y seguridad del pueblo norteamericano. Una puesta al día de esa atribución maquiavélica de El fin justifica los medios.
La táctica consistió en mantener bajo una bruma de ambigüedad las normas a seguir durante los interrogatorios presionando desde las autoridades para conseguir resultados. Eso significó dejar en manos de los soldados los procesos a seguir (estos sí definidos pero sin concretar) y, sobre todo, su intensidad. Todo con el conocimiento de las autoridades. La administración jugó con la ambigüedad del concepto de tortura y el significado de trato humanitario al que se refiere la Convención de Ginebra. Uno de los mejores momentos se produce cuando el propio Bush habla de esa falta de límites claros.
Aquí tenéis el documental completo en castellano