domingo, 31 de agosto de 2008

Taxi to the dark side


He visto recientemente la película que se llevó el Oscar al mejor documental del 2007, Taxi to the dar side (Taxi al infierno), que narra las torturas llevadas a cabo por EE.UU. en Afganistán, Irak y Guatánamo.

El documental es realmente impactante, no solamente por las imágenes de los detenidos que todos vimos en Abu Ghraib, sino fundamentalmente por las apariciones de los políticos y mandos militares.

Un ejercicio de montaje impresionante hace aparecer a estos personajes como seres sin escrúpulos dispuestos a cualquier cosa para conseguir sus objetivos. Estos, en principio, serían positivos: asegurar la felicidad y seguridad del pueblo norteamericano. Una puesta al día de esa atribución maquiavélica de El fin justifica los medios.

La táctica consistió en mantener bajo una bruma de ambigüedad las normas a seguir durante los interrogatorios presionando desde las autoridades para conseguir resultados. Eso significó dejar en manos de los soldados los procesos a seguir (estos sí definidos pero sin concretar) y, sobre todo, su intensidad. Todo con el conocimiento de las autoridades. La administración jugó con la ambigüedad del concepto de tortura y el significado de trato humanitario al que se refiere la Convención de Ginebra. Uno de los mejores momentos se produce cuando el propio Bush habla de esa falta de límites claros.

Aquí tenéis el documental completo en castellano


La vergüenza que producen estos hechos y palabras me lleva, sin embargo, a una reflexión posterior acerca del poder del Estado, la opinión pública y los medios de comunicación. El 11S necesitó una respuesta exigida por todos. Y en este veloz mundo en el que vivimos, las respuestas debían de ser rápidas y contundentes. No dejar un marco de dudas acerca de la debilidad del Estado. Se inició la invasión de Afganistán, se detuvieron a miles de personas sin pruebas concluyentes y todo llevó a Irak. Los excesos cometidos en Afganistán casi pasaron desapercibidos para la opinión pública al no provocar víctimas entre las tropas norteamericanas. Fue la dureza de Irak lo que provocó la reacción popular a la que, hasta esos momentos, le importaba muy poco la suerte de los nativos. El diferente tratamiento por la prensa de ambas invasiones (significativo en España) es claro reflejo de ello.

¿Es lícito que el Poder abuse de su poder para asegurar nuestra seguridad sabiendo que eso va a provocar excesos e injusticias (torturas, asesinatos)?, ¿se pueden adoptar tácticas criminales contra los criminales?, ¿son necesarias estas prácticas para conseguir buenos resultados? La respuesta negativa a estas cuestiones es lo que hace a la película un buen instrumento de reflexión.

El poder del Estado es el primero que debe dejar de lado la inmediatez y no dejarse llevar por la histeria colectiva, muchas veces azuzada desde los medios. La justicia siempre es algo más lento y sistemático que está por encima de las "necesidades" de las víctimas.

El antiamericanismo de una parte de la opinión pública española olvida que,en nuestro país, y desde el propio poder, se organizaron "unidades" destinadas a eliminar a terroristas y que la tortura seguía campando por sus respetos en muchos casos. Los GAL no suscitaron rechazo generalizado entre la opinión pública y muchos medios miraron para otro lado a pesar de ser conscientes de la gravedad del hecho. Es mucho más fácil justificar ciertas prácticas cuando la amenaza, o la sensación de la misma, pende sobre nuestras cabezas de forma cercana. Documentales como el citado son positivos al recordarnos que saltarse unos principios éticos siempre acaba conduciendo a la inmoralidad (a pesar de lo que vemos en 24) y casi nunca (espero) con resultados prácticos.

A pesar de ello, me encanta esta serie. No lo puedo evitar.


La riqueza de la sociedad norteamericana está en que, desde muchos sectores, se denunciaron los hechos y se establecieron los que deben de ser los límites en un "Estado de Derecho". Los contrapoderes comenzaron a realizar su trabajo. Parte de la sociedad civil se replanteó sus ideas. La avalancha de películas, informes, libros,... es buena prueba de ello. Entre ellas: Camino a Guantánamo, En el valle de Elah (la mejor, creo), Redacted, Leones por corderos, la batalla de Hadiza, Expediente Anwar,...

Trailer de En el valle de Elah


Lógicamente la demagogia y los intereses políticos no quedaron al margen y muchos de estos productos eran más un ataque a la administración Bush que un intento de reflexión más global sobre estos problemas. De hecho, al final de la película, aparece el padre del director, que también ejerció de interrogador en la II Guerra Mundial y en Corea, para contarnos que antes no pasaba eso y que ya no confía en los políticos norteamericanos (al abuelo se le olvidan los nikei, la caza de brujas, los derechos civiles delos negros, la actuación de la CIA en Sudamérica, la intervención en Vietnam,...). Creo, sin embargo, que los políticos están hoy mucho más limitados y expuestos a las consecuencias de sus actos que anteriormente. Expuestos ante la opinión pública/medios de comunicación lo que, no sé, si es más positivo. Tal vez en internet esté la salvación.

Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra (Entrada en vigor: 21 de octubre de 1950)

Título I, Artículo 3, Punto 1
Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluidos los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate por enfermedad, herida, detención o por cualquier otra causa, serán, en todas las circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable, basada en la raza, el color, la religión o la creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio análogo.

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