Leo en una entrevista a un político, y ante la pregunta del difícil cumplimiento de ciertas promesas electorales, que éste responde
"Los programas electorales parten de las situaciones económicas de cada momento y de unas ambiciones que pretenden ir más lejos. A mí esa estrategia me parece lícita, se plantea por todos los partidos políticos, pero luego la realidad es la que es, y tenemos que adaptarnos." Poco antes, ante otra cuestión similar, había añadido que
"Yo siempre vi esta declaración más bien como una ambición que como un análisis técnico".A uno no le pilla ya nada de sorpresa pero es evidente que, a la vista de los hechos, hemos de interpretar que los programas electorales son proyectos de ambiciones, por muy imposibles que sean. No será difícil luego justificar su incumplimiento o reforzar su olvido. El elector, lógicamente, se tiene que sentir más atraído por una "ambición" que por una triste promesa que va a cambiar poco su vida. ¿Quién se atreve a ofrecer realidades frente a esperanzas y ambiciones?

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