De nuevo la actualidad sacude nuestro plácido verano. Garzón, nuestro pequeño Batman, saca a pasear su Batmóvil y "lanza la mayor investigación sobre los desaparecidos del régimen de Franco" según El País.
Como siempre en nuestro querido suelo, hay dos visiones de los hechos, una más amable y otra menos, que se reflejan en los editoriales de El País y El mundo.
Como suele sucederme, mis sensaciones aparecen divididas. Me parece una fantástica iniciativa para catalogar, concretar, delimitar, en definitiva, conocer qué paso. La connotación, ahora negativa, del verbo "remover" se aplica al "pasado" para mostrar algo que no debemos aceptar. Sin embargo, creo que todo lo que sea avanzar en el conocimiento de nuestro pasado, con sus excesos, injusticias,... es necesario. Contribuir a que se conozcan las atrocidades del régimen franquista es simplemente conocer nuestro pasado.
Pero, por otro lado, en los grupos y asociaciones de la memoria que la apoyan, y no sé si en el propio Garzón, anida una especie de revanchismo que va más allá del conocimiento de los hechos. Exigen justicia para sus familiares. Tal vez sea entendible pero movimilizar el aparato judicial para tratar de conocer sobre asuntos en los que la mayoría de sus protagonistas han muerto me parece algo imposible y que llevaría a nuevas injusticias (casos en la prensa han aparecido sobre acusaciones, realizadas incluso a partir de declaraciones puntuales y sin comprobación, a personas ya fallecidas en cuya defensa han salido sus hijos). Además los mismos principios podrían ser aplicados a los represaliados por los republicanos, al no reconocerse a la justicia franquista que luego los ensalzó.
En todo caso sería trabajo de los historiadores conocer esos hechos que sucedieron, en su mayor parte, hace más de 50 años. Acercarse a la verdad histórica, aunque siempre discutible. La "verdad oficial", judicial, ya fue establecida o rechazada, desgraciadamente en la mayoría de los casos, en su momento y no creo que hoy haya garantías de que las decenas de miles de juicios que se iniciasen fueran a traer más justicia.
Finalmente me llama la atención el nuevo enfrentamiento entre "víctimas" y poder del Estado. Este renunció a cualquier tipo de condena tras la Amnistía de 1977, aprobada para sacar adelante el nuevo proceso político. Muchos de los que apoyan la medida de Garzón querrían que no se "hiciera toda la justicia" con las "víctimas de ETA" si con ello se solucionara el problema. A la inversa funcionaríamos exactamente igual. Los que hablan de esconder el pasado y "olvidar" las culpas no desean olvidar ni "perdonar" las acciones terroristas. También exigen "justicia" y piden que el Gobierno acomode sus políticas a los deseos de las víctimas.
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