domingo, 16 de diciembre de 2007

Castellio contra Calvino




Me encuentro en el blog de Santiago González con esta frase pronunciada, al parecer, por un tal Castellio:

"Matar a un hombre no es defender una idea, sino matar a un hombre"

Castellio fue un humanista y reformador del siglo XVI. Su trayectoria recuerda a la de aquellos revolucionarios que, viendo la grave situación en que vivía la Iglesia y la religión en el siglo XVI, deciden cambiarla y alcanzar una verdadera fe. Pero se encuentran, de golpe, con que sus compañeros de reforma son tan sectarios, tan dogmáticos como aquellos a los que han pretendido derribar. Una historia que parece haberse repetido después. Estas figuras, librepensadores que se adelantaron a su tiempo, auténticos defensores de la libertad y la tolerancia, acaban quedando ocultas en la historia, tapadas por aquellos que no se detuvieron y fueron más allá, a costa de las vidas que fueran.
La frase pertenece a su libro De haerectis an sint persequendi, un ataque frontal a la tesis según la cual los herejes deben ser ejecutados, obra que lo enfrentó definitivamente con Calvino . Castellion reaccionó contra la ejecución de Miguel Servet por los calvinistas en Ginebra el 27 de octubre de 1553: «Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un ser humano; no prueba uno su fe quemando a un hombre, sino haciéndose quemar por ella», escribió. «Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no puede ser nunca un delito. A nadie se le debe obligar a creer. La conciencia es libre», añadió.
Como era lógico, murió en la más absoluta soledad, acusado de herejía al final de sus días (un librepensador siempre será un hereje) y sólo recordado por ese gran ensayista que algún día trataremos que fue Montaigne (aparecen recomendados sus magníficos Ensayos como posible libro de regalo navideño por Babelia).



Stefan Zweig, uno de los más importantes escritores del siglo XX, publicó en 1936 en alemán el libro Castellio contra Calvino, una defensa de la libertad de conciencia, de la libertad humana, en unos momentos en que el nazismo, ya establecido en Alemania, amenazaba la vida y la libertad (mucho más la suya como judío).
Figuras que no deben caer en el olvido y que sacrificaron sus vidas en defensa de la libertad sin utilizar para ello el terror y la violencia.

"Pues la Historia no tiene tiempo para hacer justicia. Enumera, como los fríos cronistas, sólo los éxitos, rara vez en cambio los mide con criterios morales. Sólo se fija en los vencedores, dejando a los vencidos en la sombra. Sin el menor escrúpulo, estos "soldados desconocidos" son enterrados en la fosa común del olvido. Nulla cruz, nulla corona -ninguna cruz, ninguna corona- celebra su olvidado, su estéril sacrificio. Aunque, en realidad, ningún esfuerzo emprendido con verdadera convicción puede ser calificado de estéril. Ninguna movilización de fuerzas morales se pierde del todo en el universo. Incluso como vencidos, los derrotados, los que con sus ideales intemporales se adelantaron a su época, cumplieron con su misión, pues una idea está viva en la tierra con sólo ganar testigos y adeptos que vivan y mueran por ella. Desde el punto de vista del espíritu, las palabras "victoria" y "derrota" adquieren un significado distinto. Y por eso es necesario recordar una y otra vez al mundo, un mundo que sólo ve los monumentos de los vencedores, que quienes construyen sus dominios sobre las tumbas y las existencias destrozadas de millones de seres no son los verdaderos héroes, sino aquellos otros que sin recurrir a la fuerza sucumbieron frente al poder, como Castellio frente a Calvino en su lucha por la libertad de conciencia y por el definitivo advenimiento de la humanidad a la tierra."
Stefan Zweig

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